Un juez ordena un test neurológico para hallar el cadáver de
una mujer asesinada en 2012
La huella neuronal, el último avance para resolver crímenes
Antonio Losilla, a su llegada al hospital donde se realizó
la prueba; a la derecha, la víctima, Pilar Cebrián
Antonio Losilla está en prisión desde el 30 de octubre del
año pasado, imputado por la muerte de su esposa Pilar Cebrián, de 52 años, en
Ricla (Zaragoza). La mujer desapareció el 3 de abril, pero él no lo denunció
hasta tres semanas después y esa tardanza ya llamó la atención de la Policía.
Contó que ella se había marchado en Semana Santa con unas amigas «para pensar».
Poco después, Antonio buscaba pareja con fruición en varias redes sociales de
contactos con anuncios como este: «Quiero quedar con una chica de 45-55 años»,
y aportaba una extensa lista de sus aficiones, a la vez que se proclamaba «mal
amante» y soltero. Los investigadores no perdieron de vista esta intensa
actividad de Losilla.
Siete meses después, el 22 de octubre, un agricultor
encontró de forma casual en una chopera de Cadrete, otra localidad zaragonaza,
una bolsa de basura con la cabeza de una persona y restos óseos esparcidos
alrededor (se halló una tibia, un peroné, costillas y restos de cabello, entre
otras partes del cuerpo). Los forenses concluyeron que podía ser el cuerpo de
Pilar Cebrián. El Grupo de Homicidios de la Policía de Zaragoza se presentó a
registrar la vivienda de la pareja en Ricla. Antonio Losilla confesó que había
matado a su mujer y la había descuartizado. Fue detenido e ingresó en prisión
por orden del Juzgado número 2 de Violencia de Género de Zaragoza.
Descubierto otro asesinato
Pero la investigación deparó sorpresas. Cuando los restos
hallados se analizaron en el laboratorio, el ADN no era de Pilar ni había
huellas del detenido. La cabeza y el cuerpo pertenecían a una joven de 26 años,
Vanessa Barrado, cuya desaparición no había sido denunciada, pese a que no se
sabía nada de ella desde junio. La mujer había sido asesinada y descuartizada
por su pareja, y los tres hermanos del autor habían tenido algún tipo de
implicación (llegaron a sacar de un cajero la pensión de la víctima disfrazados
con una peluca y a vender sus joyas tras deshacerse del cadáver).
Losilla lleva encarcelado más de un año, pero sigue sin dar
razón del cuerpo de su mujer. Sus hijos veinteañeros defienden al padre y
sostienen que su madre se marchó de forma voluntaria, algo que niega el círculo
de Pilar y descartan los investigadores. El miércoles Losilla se sometió, por
orden judicial, a una prueba de diagnóstico cerebral en busca de la huella
neuronal: un potencial evocado cognitivo (P300), pionero en España para una
investigación criminal.
Parte de la base de que hay una huella en el cerebro, una
memoria acumulada sobre episodios que hayan sido relevantes. Al recordar un
hecho (tras observar una fotografía o un texto clave) se produce una respuesta
cerebral y la altura de la onda es más grande. Si quien se somete al test ha
estado en el lugar de un crimen o ha atacado a la víctima, en teoría esa onda
se alterará porque el hecho ha quedado impreso en la memoria. Habla el cerebro
sin que la persona despegue sus labios. El encargado de realizar esa prueba ha
sido el neurólogo y neurofisiólogo clínico José Ramón Valdizán, que fue jefe de
Neurología del hospital Miguel Servet de Zaragoza, el mismo donde se ha llevado
a cabo el test.
Losilla fue trasladado desde prisión al centro hospitalario
y allí, en una sala aislada, acompañado de una enfermera y un policía, se
sometió al análisis. Se le colocó un gorro de electrodos y otros sensores en
los ojos para recoger el parpadeo ante las imágenes, según explica el doctor
Valdizán. «Estuvo cooperador y muy afable».
Imágenes y palabras clave
En el monitor del ordenador se le mostraron imágenes de
Ricla y otras zonas cercanas a la localidad: escombreras, vías del tren,
cementerio, zonas abiertas en el campo, lugares donde según los investigadores
se podría haber deshecho del cuerpo. Esas imágenes se fueron intercalando con
otras, en teoría sin significado, para comprobar si las ondas emitidas
variaban. A continuación escuchaba frases como «Pilar está enterrada junto al
cementerio» y de contenido similar, con el mismo fin: detectar variaciones.
El test duró 116 minutos, cuatro menos de lo que se había
previsto, y fue seguido desde una sala contigua por el doctor Valdizán, agentes
de Homicidios, los abogados de las partes, el fiscal e incluso represantes del
Ministerio de Justicia, dado lo novedoso de la prueba. Ahora queda la fase de
análisis, que concluirá si la prueba ha servido de algo.
Este peritaje es único en un crimen en nuestro país, pero se
utiliza desde hace años la llamada P300 en casos de autismo, estrés
postraumático, trastornos de déficit de atención, etc. «Lo que hemos hecho es
adaptar el método convencional a este caso», señala el neurólogo, quien se
interesó por el mismo cuando la psicóloga forense que había evaluado a Losilla
le habló de él.
Habitual en Estados Unidos
El abogado del acusado se opuso a la práctica de este test
alegando que rebuscar en su cerebro supone una intromisión que atenta contra un
derecho fundamental. En Estados Unidos, estos análisis de diagnóstico cerebral
forman ya parte de muchos procedimientos judiciales y, de hecho, un experto en
ellos ha ofrecido ayuda al neurólogo español.
Los investigadores confían en que la huella neuronal se
convierta en un auxilio a otras esenciales, como la huella dactilar o la huella
genética. «La investigación se complica cuando no aparece el cuerpo y se corre
el riesgo de una absolución o una rebaja de la pena porque los cadáveres
hablan», señala un agente de Homicidios.
La pareja de Sonia Iglesias, el siguiente
Julio Araújo sigue siendo el único imputado por la
desaparición de su pareja y madre de su hijo, la pontevedresa Sonia Iglesias,
en agosto de 2010. Esta semana ha declarado de nuevo ante la juez que instruye
el caso y que decidirá próximamente si mantiene esta imputación.
La familia de Iglesias lleva tres años y medio convencida de
que Araújo es el responsable del crimen, una opinión que comparten los
investigadores. Pero el cadáver no ha sido encontrado, pese a las intensas
búsquedas. La juez denegó el empleo del georradar en un monte próximo donde el
día de los hechos se posicionó el móvil de su compañero sentimental.
Tras conocerse la prueba de diagnóstico cerebral autorizada
por un juez de Zaragoza, la familia de Sonia ya ha anunciado que solicitará que
se realice a Araújo el test de potenciales evocados cognitivos. Si el caso
aragonés resulta positivo, otras víctimas en situación similar podrían sumarse
a la petición.
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