jueves, 9 de enero de 2014

LA HUELLA NEURONAL, EL ULTIMO AVANCE PARA RESOLVER CRIMENES

La huella neuronal, el último avance para resolver crímenes

Un juez ordena un test neurológico para hallar el cadáver de una mujer asesinada en 2012
La huella neuronal, el último avance para resolver crímenes
Antonio Losilla, a su llegada al hospital donde se realizó la prueba; a la derecha, la víctima, Pilar Cebrián
Antonio Losilla está en prisión desde el 30 de octubre del año pasado, imputado por la muerte de su esposa Pilar Cebrián, de 52 años, en Ricla (Zaragoza). La mujer desapareció el 3 de abril, pero él no lo denunció hasta tres semanas después y esa tardanza ya llamó la atención de la Policía. Contó que ella se había marchado en Semana Santa con unas amigas «para pensar». Poco después, Antonio buscaba pareja con fruición en varias redes sociales de contactos con anuncios como este: «Quiero quedar con una chica de 45-55 años», y aportaba una extensa lista de sus aficiones, a la vez que se proclamaba «mal amante» y soltero. Los investigadores no perdieron de vista esta intensa actividad de Losilla.

Siete meses después, el 22 de octubre, un agricultor encontró de forma casual en una chopera de Cadrete, otra localidad zaragonaza, una bolsa de basura con la cabeza de una persona y restos óseos esparcidos alrededor (se halló una tibia, un peroné, costillas y restos de cabello, entre otras partes del cuerpo). Los forenses concluyeron que podía ser el cuerpo de Pilar Cebrián. El Grupo de Homicidios de la Policía de Zaragoza se presentó a registrar la vivienda de la pareja en Ricla. Antonio Losilla confesó que había matado a su mujer y la había descuartizado. Fue detenido e ingresó en prisión por orden del Juzgado número 2 de Violencia de Género de Zaragoza.

Descubierto otro asesinato
Pero la investigación deparó sorpresas. Cuando los restos hallados se analizaron en el laboratorio, el ADN no era de Pilar ni había huellas del detenido. La cabeza y el cuerpo pertenecían a una joven de 26 años, Vanessa Barrado, cuya desaparición no había sido denunciada, pese a que no se sabía nada de ella desde junio. La mujer había sido asesinada y descuartizada por su pareja, y los tres hermanos del autor habían tenido algún tipo de implicación (llegaron a sacar de un cajero la pensión de la víctima disfrazados con una peluca y a vender sus joyas tras deshacerse del cadáver).

Losilla lleva encarcelado más de un año, pero sigue sin dar razón del cuerpo de su mujer. Sus hijos veinteañeros defienden al padre y sostienen que su madre se marchó de forma voluntaria, algo que niega el círculo de Pilar y descartan los investigadores. El miércoles Losilla se sometió, por orden judicial, a una prueba de diagnóstico cerebral en busca de la huella neuronal: un potencial evocado cognitivo (P300), pionero en España para una investigación criminal.

Parte de la base de que hay una huella en el cerebro, una memoria acumulada sobre episodios que hayan sido relevantes. Al recordar un hecho (tras observar una fotografía o un texto clave) se produce una respuesta cerebral y la altura de la onda es más grande. Si quien se somete al test ha estado en el lugar de un crimen o ha atacado a la víctima, en teoría esa onda se alterará porque el hecho ha quedado impreso en la memoria. Habla el cerebro sin que la persona despegue sus labios. El encargado de realizar esa prueba ha sido el neurólogo y neurofisiólogo clínico José Ramón Valdizán, que fue jefe de Neurología del hospital Miguel Servet de Zaragoza, el mismo donde se ha llevado a cabo el test.

Losilla fue trasladado desde prisión al centro hospitalario y allí, en una sala aislada, acompañado de una enfermera y un policía, se sometió al análisis. Se le colocó un gorro de electrodos y otros sensores en los ojos para recoger el parpadeo ante las imágenes, según explica el doctor Valdizán. «Estuvo cooperador y muy afable».

Imágenes y palabras clave
En el monitor del ordenador se le mostraron imágenes de Ricla y otras zonas cercanas a la localidad: escombreras, vías del tren, cementerio, zonas abiertas en el campo, lugares donde según los investigadores se podría haber deshecho del cuerpo. Esas imágenes se fueron intercalando con otras, en teoría sin significado, para comprobar si las ondas emitidas variaban. A continuación escuchaba frases como «Pilar está enterrada junto al cementerio» y de contenido similar, con el mismo fin: detectar variaciones.

El test duró 116 minutos, cuatro menos de lo que se había previsto, y fue seguido desde una sala contigua por el doctor Valdizán, agentes de Homicidios, los abogados de las partes, el fiscal e incluso represantes del Ministerio de Justicia, dado lo novedoso de la prueba. Ahora queda la fase de análisis, que concluirá si la prueba ha servido de algo.

Este peritaje es único en un crimen en nuestro país, pero se utiliza desde hace años la llamada P300 en casos de autismo, estrés postraumático, trastornos de déficit de atención, etc. «Lo que hemos hecho es adaptar el método convencional a este caso», señala el neurólogo, quien se interesó por el mismo cuando la psicóloga forense que había evaluado a Losilla le habló de él.

Habitual en Estados Unidos
El abogado del acusado se opuso a la práctica de este test alegando que rebuscar en su cerebro supone una intromisión que atenta contra un derecho fundamental. En Estados Unidos, estos análisis de diagnóstico cerebral forman ya parte de muchos procedimientos judiciales y, de hecho, un experto en ellos ha ofrecido ayuda al neurólogo español.

Los investigadores confían en que la huella neuronal se convierta en un auxilio a otras esenciales, como la huella dactilar o la huella genética. «La investigación se complica cuando no aparece el cuerpo y se corre el riesgo de una absolución o una rebaja de la pena porque los cadáveres hablan», señala un agente de Homicidios.

La pareja de Sonia Iglesias, el siguiente
Julio Araújo sigue siendo el único imputado por la desaparición de su pareja y madre de su hijo, la pontevedresa Sonia Iglesias, en agosto de 2010. Esta semana ha declarado de nuevo ante la juez que instruye el caso y que decidirá próximamente si mantiene esta imputación.
La familia de Iglesias lleva tres años y medio convencida de que Araújo es el responsable del crimen, una opinión que comparten los investigadores. Pero el cadáver no ha sido encontrado, pese a las intensas búsquedas. La juez denegó el empleo del georradar en un monte próximo donde el día de los hechos se posicionó el móvil de su compañero sentimental.

Tras conocerse la prueba de diagnóstico cerebral autorizada por un juez de Zaragoza, la familia de Sonia ya ha anunciado que solicitará que se realice a Araújo el test de potenciales evocados cognitivos. Si el caso aragonés resulta positivo, otras víctimas en situación similar podrían sumarse a la petición.

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